La enfermedad de Alzheimer es el tipo de demencia más común, un término general para denominar a las enfermedades que ocurren cuando el cerebro ya no funciona correctamente. La enfermedad de Alzheimer causa problemas de memoria, el razonamiento y la conducta. En la etapa temprana, los síntomas de la demencia pueden ser mínimos, pero a medida que la enfermedad provoca más daño al cerebro, los síntomas empeoran. El índice de progresión de la enfermedad es diferente en cada persona, pero, como promedio, las personas con la enfermedad de Alzheimer viven unos ocho años desde que comienzan los síntomas.

Si bien actualmente no existe un tratamiento que detenga el avance de la enfermedad de Alzheimer, existen medicamentos para tratar los síntomas de la demencia.

En las últimas tres décadas, las investigaciones sobre la demencia han aportado conocimientos mucho más profundos sobre cómo la enfermedad de Alzheimer afecta al cerebro.

Actualmente, los investigadores continúan buscando tratamientos más efectivos y una cura, así como formas para prevenir la enfermedad de Alzheimer y mejorar la salud del cerebro.

Pérdida de la memoria y otros síntomas de la enfermedad de Alzheimer

A medida que envejecemos, nuestro cerebro cambia, y podemos tener problemas esporádicos para recordar determinados detalles. Sin embargo, la enfermedad de Alzheimer y otras demencias causan pérdida de la memoria y otros síntomas lo suficientemente graves como para interferir en la vida cotidiana. Estos síntomas no son una parte natural del envejecimiento.

Además de la pérdida de la memoria, los síntomas de la enfermedad de Alzheimer incluyen:

  • Problemas para realizar tareas que antes resultaban sencillas.
  • Dificultad para resolver problemas.
  • Cambios de ánimo o en la personalidad; distanciamiento de los amigos y los familiares.
  • Problemas en la comunicación escrita u oral.
  • Confusión de lugares, personas y eventos.
  • Cambios visuales, como problemas para comprender imágenes.

Es posible que los familiares y los amigos observen los síntomas de la enfermedad de Alzheimer y otras demencias progresivas antes que la persona que experimenta estos cambios. Si usted o una persona que conoce están experimentando posibles síntomas de demencia, es importante que se realice una evaluación médica para determinar la causa.

Factores de riesgo

Si bien aún no comprendemos todas las razones por las cuales algunas personas padecen la enfermedad de Alzheimer y otras no, los investigadores nos han aportado un mejor entendimiento sobre qué factores generan mayor riesgo.

  • Edad. El envejecimiento es el mayor factor de riesgo para desarrollar la enfermedad de Alzheimer. La mayoría de las personas con Alzheimer tienen 65 años o más.
    Aunque mucho menos común, la enfermedad de Alzheimer de inicio temprano (también conocida como enfermedad de Alzheimer de inicio precoz) afecta a personas menores de 65 años. Se estima que hasta un 5 por ciento de las personas con la enfermedad de Alzheimer desarrollan la enfermedad de inicio temprano. La enfermedad de Alzheimer de inicio temprano suele ser mal diagnosticada.
  • Familiares con Alzheimer. Si sus padres o hermanos tienen la enfermedad de Alzheimer, usted tiene mayor probabilidad de desarrollar la enfermedad que alguien que no tiene un parentesco de primer grado con una persona con la enfermedad de Alzheimer. Los científicos no comprenden totalmente las causas que producen la enfermedad de Alzheimer en una misma familia, pero la genética, los factores medioambientales y el estilo de vida pueden contribuir.
  • Genética. Los investigadores han identificado muchas variantes de genes que aumentan las probabilidades de padecer la enfermedad de Alzheimer. El gen APOE-e4 es el gen de riesgo más común asociado con la enfermedad de Alzheimer; se estima que contribuye en aproximadamente un cuarto de los casos de la enfermedad.

    Los genes determinantes son diferentes que los genes de riesgo en tanto que aseguran que alguien padecerá una enfermedad.
    La única causa que se conoce de la enfermedad de Alzheimer es la de heredar un gen determinante. La enfermedad del Alzheimer causada por un gen determinante es rara y probablemente ocurre en menos del 1 por ciento de los casos. Cuando un gen determinante causa la enfermedad de Alzheimer, se lo denomina “Enfermedad de Alzheimer autosómica dominante” (ADAD, por sus siglas en inglés).

  • Deterioro cognitivo leve (MCI, por sus siglas en inglés). Los síntomas del MCI incluyen cambios en la capacidad de razonamiento, aunque estos síntomas no interfieren en la vida cotidiana y no son tan graves como aquellos causados por la enfermedad de Alzheimer u otras demencias progresivas. Tener MCI, especialmente del tipo que implica problemas de memoria, aumenta el riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer y otras demencias. Sin embargo, el MCI no siempre avanza. En algunos casos, es reversible o se mantiene estable.
  • Enfermedad cardiovascular. Los investigadores sugieren que la salud del cerebro está estrechamente relacionada con la del corazón y los vasos sanguíneos. El cerebro obtiene el oxígeno y los nutrientes necesarios para funcionar adecuadamente de la sangre, y el corazón es el responsable de bombear la sangre al cerebro. Por lo tanto, los factores que provocan enfermedades cardiovasculares también pueden estar relacionados con un mayor riesgo de sufrir la enfermedad de Alzheimer y otras demencias, entre otros el cigarrillo, la obesidad, la diabetes y niveles altos de colesterol y presión arterial en la mediana edad.
  • La educación y la enfermedad de Alzheimer. Los estudios han asociado una menor cantidad de años de educación formal con un riesgo creciente de la enfermedad de Alzheimer y otras demencias. No existe una razón clara para esta asociación, pero algunos científicos creen que más años de educación formal pueden contribuir al aumento de conexiones entre las neuronas, lo que permite que el cerebro utilice rutas alternativas de comunicación neuronal cuando surgen los cambios relacionados con la enfermedad de Alzheimer y otras demencias.
  • Lesión cerebral traumática. El riesgo de la enfermedad de Alzheimer y otras demencias aumenta después de una lesión cerebral traumática de moderada a grave, como un golpe en la cabeza o lesión en el cráneo que cause amnesia o pérdida del conocimiento durante más de 30 minutos. Cincuenta por ciento de las lesiones cerebrales traumáticas son provocadas por accidentes automovilísticos. Las personas que sufren lesiones cerebrales en reiteradas ocasiones, como los atletas y aquellas personas en combate, también tienen mayor riesgo de sufrir demencia y deterioro de sus capacidades de razonamiento.

Diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer

No existe una prueba simple para determinar si una persona tiene la enfermedad de Alzheimer. El diagnóstico requiere una evaluación médica completa, que puede incluir:

  • Antecedentes médicos familiares
  • Examen neurológico
  • Pruebas cognitivas para evaluar la memoria y el razonamiento
  • Análisis de sangre (para descartar otras causas posibles de síntomas)
  • Imágenes del cerebro

Tratamiento y apoyo para la enfermedad de Alzheimer

Si bien actualmente no existen tratamientos disponibles para retrasar o detener el daño cerebral que provoca la enfermedad de Alzheimer, varios medicamentos pueden ayudar, de forma temporal, a mejorar los síntomas de la demencia en algunas personas. Estos medicamentos funcionan aumentando los neurotransmisores en el cerebro.

Atención

Prestar atención a una persona con la enfermedad de Alzheimer u otra demencia puede ser gratificante y desafiante. En las etapas tempranas de la demencia, una persona puede conservar su independencia y necesitar muy poca atención. Sin embargo, a medida que la enfermedad avanza, las necesidades de cuidados se intensificarán y, finalmente, será necesario contar con asistencia las 24 horas del día.

Solemos escuchar a los cuidadores y a los familiares expresar que uno de los aspectos más angustiantes de la enfermedad de Alzheimer son los cambios en el comportamiento. Existen muchos recursos disponibles para ayudar a los cuidadores a saber qué esperar y cómo adaptarse durante las etapas temprana, intermedia y final de la enfermedad.

Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor.
Deuteronomio 34:7

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