Las enfermedades crónicas, como problemas de salud incurables, generan a su vez irremediablemente necesidades crónicas de atención, es decir, cuidados a largo plazo, denominados también cuidados de larga duración.

Además, el aumento de la esperanza de vida no solo implica vivir más años, sino vivir digna y plenamente más años a pesar de las pérdidas propias de la edad, que pasa irremediablemente por el cuidado, la asistencia y el apoyo de otros, cuidados a largo plazo.

Se trata de que las personas con una pérdida importante de sus capacidades puedan disfrutar de un envejecimiento saludable, no solo de compensar su pérdida de capacidad con la provisión de la atención, el apoyo y los cuidados de otros, sino también de optimizar sus capacidades intrínsecas para su propio autocuidado.

Los cuidados a largo plazo no pueden centrarse exclusivamente en cubrir las necesidades básicas de las personas mayores, sino que implican la atención de otros aspectos fundamentales para la vida plena de las personas, como establecer y mantener relaciones, aprender, crecer, tomar decisiones, etcétera, y esto solo es posible si las personas que asumen estos cuidados de larga duración están capacitadas para ello y cuentan con los apoyos adecuados.

La dependencia del cuidado de otros no puede ser considerada un estado definitivo ya que puedes estar asociado a un momento vital o un estado de salud concreto que puede mejorar.

Estos cuidados de larga duración tiene proveedores fundamentalmente: la familia y en ocaciones amistades

En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.
Gálatas 5:22-23

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